Esta es la conclusión a la que ha llegado la ciencia
después de medir tanto la potencia de mordedura de esta especie como las
tensiones a las que su cráneo se ve sometido cuando efectúa un mordisco lo cual
indica que la potencia bucal del mítico dragón de Komodo Varanus komodoensis es notablemente inferior a la desarrollada por
otros reptiles de mucho menor porte.
para
tironear de sus presas y no para triturarlas.
Foto:
Fuente desconocida.
Parece ser que tanto el cráneo como la musculatura
bucal de este varano resultan ser relativamente débiles a la hora de asestar
una mordedura realmente potente pero si que resultan muy aptas para el modo de
caza y alimentación que estos reptiles practican ya sea a la hora de morder a
su presa y tironear hacia atrás o cuando muerden un pedazo de carne y tirar
hacia atrás utilizando los músculos de su cuello y su peso corporal para que
los dientes en forma de sierra corten un pedazo de carne.
Indudablemente y a pesar de lo dicho, la fuerza ya
sea escasa o no, desarrollada por las mandíbulas de estos reptiles junto con la
acción de sus dientes aserrados, su saliva cargada de bacterias y su veneno de
acción anticoagulante es más que suficiente para tumbar a muchas de sus presas
y desde luego basta con la mera acción mecánica de estas mandíbulas para causar
graves desgarros en un mamífero con una piel tan delgada como la del hombre de
modo que incluso a pesar de que la ciencia ha revelado que este lagarto, el
mayor del mundo, posee “ la mordedura de un gatito “ resulta un depredador que
debe merecer el mayor de nuestros respetos.
Mordedura
de dragón de komodo.
Foto:
Fuente desconocida.
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