Según
dos investigaciones recientes ambas llevadas a cabo por el Dr. Bryan
Fry de la Universidad de Queensland, una sobre la posibilidad de que
tanto boas como pitones posean veneno y otra sobre la saliva tóxica
del dragón de Komodo, lo que sabíamos o creíamos saber sobre estos
reptiles no es completamente cierto.
En el
caso de las boas y pitones - las cuales todo el mundo sabe que no son
venenosas - Fry ha demostrado que si lo son, pero antes de empezar a
mirar de reojo a la pitón real que tenéis en un terrario o a
vuestra boa constrictor con desconfianza todos debemos saber que las
toxinas producidas por las glándulas que lubrican a sus presas
cuando las ingieren son tan débiles que no son capaces en absoluto
de afectar ni a sus presas ni a un ser humano que sea mordido. Dichas
glándulas y las débiles toxinas que producen parece ser que son ni
más ni menos que un vestigio residual de la época en que todas las
serpientes y una significativa proporción de lagartos evolucionaron
de un ancestro común venenoso conocido como Toxicofera.
La
segunda noticia tiene que ver con la tan mencionada saliva tóxica
del mayor varano o lagarto monitor del mundo, el dragón de Komodo
Varanus komodoensis, del cual se ha dicho una y mil veces que
su saliva era ponzoñosa sin tener ni una sola prueba de ello y, una
vez más, Fry ha desmentido esta falacia tan extendida y digo una vez
más por que ya lo ha hecho dos veces, la primera cuando descubrió
las glándulas productoras de veneno de esta especie las cuales están
ubicadas a ambos lados de su mandíbula inferior y la última cuando
reciente y finalmente analizó la saliva de este magnífico reptil
cazador y carroñero y llegó a la conclusión de que no difiere
demasiado de la saliva de ningún otro carnívoro, con lo cual este
lagarto es simple y llanamente venenoso pero no debido a su saliva
sino a las toxinas que producen sus glándulas y que entran en el
cuerpo de sus presas cuando las muerden provocando alteraciones en la
coagulación sanguínea que las hace sangran de manera continua, esto
combinado con las heridas causadas por los dientes en forma de sierra
del dragón y las posibles infecciones al entrar en contacto con
fuentes de bacterias, como son las aguas estancadas, llegan a causar
la muerte de sus presas.
Lamentablemente
y a pesar de este tipo de descubrimientos los viejos mitos y leyendas
tardan en desaparecer y el concerniente a la saliva toxica del dragón
no creo que sea la excepción a esta regla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario