martes, 5 de julio de 2011

... Y serpientes invadidas.



Las consecuencias de que una especie de serpiente se vea invadida ha venido en varios casos como consecuencia directa por parte del hombre el cual decidió que introducir a una especie de depredador capaz de erradicar a las serpientes era la mejor solución para terminar con el problema, admitidlo, cuando se pronuncia la pregunta ¿depredador de serpientes venenosas?, ¿quién de vosotros no piensa en primer lugar en la famosa mangosta ? incluso la encarnizada lucha entre ambas especies fue inmortalizada por la pluma de Rudyard Kipling como un relato corto dentro de su novela “El libro de la selva” y con el inevitable triunfo de la valerosa mangosta Rikki-Tikki-Tavi contra la malvada cobra Nag, una vez más y como siempre la serpiente es la mala de “ la película” a pesar de que indudablemente las cobras salvaron, salvan y salvarán vidas humanas al controlar a las ratas y ratones verdaderas máquinas de esparcir enfermedades y saquear cosechas, cosa que la mangosta NUNCA ha hecho.

Al menos en 3 lugares del mundo se introdujeron mangostas en un intento de controlar o erradicar tanto a la población de ofidios venenosos como la de sus presas naturales, véase roedores, en áreas cultivadas y en ambos casos los resultados no fueron exitosos, claro que debe aclararse que la alimentación de las mangostas no está basada exclusivamente en los ofidios, aunque pueda llegar a consumir alguna serpiente ocasionalmente la mangosta es un depredador todo terreno y muy versátil que igual se alimenta de aves, reptiles, pequeños mamíferos, insectos, huevos e incluso vegetales y parece ser que si se le dá a elegir entre enfrentarse a una serpiente agresiva ( y las Fer de lance y habus lo són) , dispuesta a plantar cara y existe otra opción posible como unos jugosos escarabajos o un lagarto la respuesta está clara y el menor esfuerzo y escaso peligro a asumir triunfarán por encima de una pelea a muerte.

Dos de los tres lugares donde se introdujeron estos pequeños carnívoros específicamente para controlar a ratas y serpientes fueron en la isla de Martinica y de Santa Lucía en el Caribe durante le época colonial francesa ( 1888 ) con la intención de acabar con las especies de víboras de fosetas autóctonas de cada isla, la Fer de lance ( Punta de lanza ) Bothrops lanceolatus de Martinica y a la Fer de lance de Santa Lucía Bothrops caribbaeus, incluso hoy en día se cree popularmente en Santa Lucía, aunque erróneamente, que las serpientes fueron introducidas en la isla para impedir la fuga de los esclavos de las plantaciones atravesando otros terrenos aunque resulta probable que estas grandes víboras de fosetas fueran más abundantes en las plantaciones atestadas de ratas que en las selvas circundantes.

El resultado de la introducción de la mangosta en ambas islas fue desastroso para la fauna autóctona y no solo allí sino en otras islas siendo las mangostas la mayor causa de la extinción de anfibios, pequeños reptiles, aves e incluso cangrejos, además, aparte de la acción negativa de la mangosta hay que añadir la de otras especies introducidas como son gatos o perros, paradójicamente una Bothrops caribbaeus, con una talla media de 1.5 m y 2.13 m de máxima tiene tamaño más que suficiente para comerse a una mangosta adulta, y de hecho así ocurre ocasionalmente ya que parece ser que las mangostas incluso tienen dificultades en reconocer como tal a una serpiente inmóvil al menos durante el día y esta Fer de lance es un inmóvil cazador al acecho de modo que la comida está servida y el cazador de serpientes cazado por su presa.

La segunda ocurrió en un pequeño archipiélago de islas japonesas conocido como Ryukyu concretamente en la isla llamada Amami, debe decirse que esta isla junto a otras del archipiélago, aunque no en todas hay serpientes, fueron consideradas algo así como “ la capital mundial de las mordeduras de serpiente venenosa ” o el lugar del mundo donde más mordeduras se producían en el mundo debido a la presencia de la Habu de Okinawa o Habu Protobothrops flavoviridis una agresiva víbora de fosetas dotada de un vivo carácter y peligroso veneno aunque rara vez mortal, baste decir que durante el periodo desde 1954 a 1998 ( 44 años ) 3. 600 personas fueron mordidas de las cuales 50 murieron solo en la isla Amami, no obstante con el veneno de la Habu existen muchas posibilidades de que muchas más personas que este medio centenar quedaran lisiadas o con deformaciones para siempre. Las habu están presentes un poco en todas partes ya que aparecen en las casas o en sus alrededores, los caminos transitados, los campos cultivados, etc de modo que su contacto con el ser humano es ineludible, por lo que los japoneses desarrollaron e intentaron varios métodos para librarse de ellas, se intentaron envenenamientos, capturas masivas, alteraciones del habitat, alteraciones de los alrededores de las viviendas, se produjeron campañas de inmunización entre algunas poblaciones, etc hasta que se intentó el primer control biológico introduciendo 871comadrejas japonesas Mustela itatsi durante 1954-1958 y otras 2000 en otras 8 islas, estos animales fallaron en su intento de éxito en la colonización de aquellas islas donde había serpientes pero lograron establecerse en 3 donde no existían. Ante este fallo se cree que fue en 1979 cuando 30 mangostas fueron soltadas en la isla Amami y años después todavía está por demostrarse que ejerzan algún control sobre las serpientes, no obstante, han conseguido no solo poner a especies como el conejo de Amami Pentalagus furnessi en extinción y amenazar gravemente a otras muchas especies sino que han sido una autentica pesadilla para granjeros de aves, vendedores de huevos, labradores, etc y las pérdidas económicas han ido en aumento cada año, baste decir que desde 1994 hasta 1999 se produjeron pérdidas por un valor de 393.000 dólares americanos, de modo que puede decirse que las únicas personas beneficiadas por la introducción de las mangostas son aquellas que se dedican a cazarlas y a cobrar las recompensas ofrecidas por ellas.

La al menos antaño densa población de habus choca
directamente con la creciente población humana de
la isla Amami, incluso así resulta una especie
sumamente bella.
Foto: Adashinoren.blog95.fc2.com

Otra pesadilla para la fauna, esta vez de Australia, es la introducción del sapo marino Bufo marinus desde su hogar en América Central y del Sur. Este gran anfibio fue introducido en 1931 como medida de control para acabar con las plagas de escarabajos que asolaban las cosechas de caña de azúcar, desde la liberación de este sapo su avance a través de Australia salto a salto ha sido cada vez más notable, desde su punto de liberación en el este de Queensland ha cubierto más de 863.000 kilómetros cuadrados alcanzando el norte de Nueva Gales del Sur y el Territorio del Norte estando previsto que sobrepase estos territorios y lamentablemente lo ha hecho dejando un reguero de muerte a su paso debido al hecho de que gran parte de las serpientes de Australia se alimentan en mayor o menor medida de las ranas locales siendo inmunes a las toxinas de estos anfibios, sin embargo no están preparadas para soportar el veneno de esta especie invasora el cual segrega por el lomo al sentirse amenazado de modo que cuando las serpientes cazan a estos sapos terminan muriendo envenenadas por su potente veneno al absorber las toxinas por las mucosas bucales.

Son tal la cantidad de serpientes que se intentan alimentar de estos sapos y mueren que puede decirse que son el grupo de vertebrados más afectados por esta plaga, sólo por mencionar a las especies de Elápidos afectadas diremos que potencialmente existen 36 especies que están muriendo envenenadas cotidianamente ante el avance de este anfibio y hasta 49 especies de serpientes en total podrían verse afectadas negativamente, esto solo si hablamos de ofidios, ya que otras especies de reptiles como varias especies de varanos o el Clamidosaurio de King Chlamydosaurus kingii e incluso el autóctono y relativamente pequeño cocodrilo de Johnston Crocodylus johnstoni podría verse afectado y entre los mamíferos marsupiales carnívoros especies como el Quoll Dasyurus también están pagando las consecuencias.

El sapo marino Bufo marinus no solo ha ocasionado problemas
 en Australia,en algunos estados de U.S.A. su tenencia está
prohibida y relacionada con el consumo de drogas debido
 al peligroso hábito de “colocarse” lamiendo al sapo y
absorbiendo por la lengua pequeñas dosis de
su veneno cuyas neurotoxinas actúan como
alucinógeno.
Foto: Javier Carrasco

Para colmo de males ni siquiera la introducción del sapo sirvió para algo ya que el escarabajo que asolaba las cosechas de caña de azúcar se alimenta en lo alto de las mismas y este es un lugar al que los terrestres sapos, los cuales no pueden trepar hasta los 6 u 8 metros de altura que alcanzan las cañas, pueden llegar otro factor no tenido en cuenta es que los escarabajos son diurnos y los sapos se alimentan por la noche. Otros factores que no se tuvieron en cuenta fueron la elevada cantidad de huevos que ponen estos anfibios, de 8.000 a 30.000 huevos a veces 2 veces al año y al hecho de que son consumados devoradores de todo lo que les cabe en la boca y se mueve, de este modo devoran peces, otros anfibios y sus renacuajos, lagartos, pequeños marsupiales o ratones, insectos terrestres o acuáticos, serpientes e incluso comida para mascotas o para el ser humano, de este modo no solo mata a las serpientes australianas sino que además compite por ellas por la comida y además resulta tóxico sin importar su tamaño de esta manera incluso ofidios de pequeño tamaño son capaces de atacarlos y consecuentemente morir intoxicados.

Otros animales más cercanos al hombre como gatos o perros también pueden morir si mantienen en su boca o muerden a uno de estos sapos y su veneno tambien es absorbido por los ojos o las mucosas con lo cual han sucedido varios envenenamientos en seres humanos al matar aplastando uno de estos animales cuyo veneno salió despedido y alcanzó los ojos o las mucosas bucales de su verdugo, si se manejan de manera agresiva, se aprietan o manosean estos anfibios comienzan a exudar su veneno de aspecto lechoso, el cual puede salir disparado alcanzando distancias cortas si las glándulas que lo producen situadas en el lomo del animal son apretadas fuertemente, con lo cual siempre es imprescindible lavarse bien las manos después de tocarlos o manejarlos con guantes y en el caso de que su veneno entre en contacto con ojos o mucosas bucales lo mejor es lavarse con abundante agua.

La cantidad de dinero que habrá que gastar y la fauna que quedará dañada, quizá irreversiblemente, por estos anfibios está por verse ya que hoy en día el territorio colonizado por el sapo marino sigue aumentando dia a dia.

Ante todo esto me reitero una vez más en la siguiente frase:

ESPECIES INVASORAS, NO GRACIAS.

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