jueves, 14 de febrero de 2013

Muerto en acto de servicio.


Afortunadamente pocos herpetólogos profesionales han fallecido mientras estudiaban a serpientes potencialmente peligrosas y casi todos estos accidentes mortales ocurrieron con animales cautivos. Entre estos raros casos podemos citar el de Grace Olive Wiley ocurrido en 1948 debido a una mordedura de Naja kaouthia, el de Karl Patterson Schmidt en 1957 a causa de una Boomslang Dispholidus typus, el de Robert Mertens en 1957 causado por una Thelotornis capensis.

Sin embargo en la naturaleza ocurrieron solo 2 casos, uno es el del Frederick A. Shannon quien falleció como consecuencia de una mordedura de Cascabel del Mohave Crotalus scutellatus en Arizona durante el año 1965 y el otro caso es el de Kevin Budden en Queensland ( Australia ) quien falleció a causa de la mordedura del primer Taipan Oxyuranus scutellatus capturado para usar su veneno en la elaboración del primer suero antiofídico destinado a esta especie letal en el año 1950. Indudablemente otros casos, tanto letales como no, han ocurrido en el caso de otras personalidades ligadas a la herpetología como es el caso del fallecimiento de Luke Yeomans en Inglaterra o las recientes mordeduras sufridas ( afortunadamente sin consecuencias graves en ambos casos ) por Richard Mastenbroek en Holanda y Mark O´shea en Inglaterra ambas causadas, al igual que el caso de Yeomans, por cobras reales Ophiophagus hannah.

Casi cualquier accidente ocurrido con estas especies antes citadas u otras resulta grave, ya sea en cautividad o en la naturaleza, pero es en este último medio cuando la frase que pronunció Struan Sutherland toma verdadero sentido, ya que cuando a este experto en venenos australiano le preguntaron en una ocasión “ ¿ Es muy grave recibir una mordedura en plena naturaleza y lejos de un hospital ? a lo cual Sutherland respondió: “ Tan grave como recibir un disparo de arma de fuego o sufrir un infarto de miocardio “. Lamentablemente la certeza de esta frase pudo comprobarse años más tarde.

Corría en año 2011 cuando el último gran herpetólogo de esta triste lista, Joseph Bruno Slowinskii, realizaba una expedición científica en un remoto punto de Myanmar cuando un día alguien le entregó una bolsa que contenía una pequeña serpiente para que la identificara, cosa que Slowinskii hizo de manera errónea, ya que creyó que se trataba de una especie inofensiva pero lamentablemente y en realidad se trataba de una pequeña krait multi rallada Bungarus multicinctus la cual le mordió en un dedo cuando introdujo la mano en la bolsa para agarrarla.

Debido a lo remoto del lugar donde la expedición se encontraba y careciendo de un método de transporte adecuado necesario para ejecutar una rápida evacuación, Slowinskii murió después de casi 30 horas a pesar de todos los intentos que se hicieron por mantenerle con vida practicándole diferentes técnicas de primeros auxilios en un intento de que las neurotoxinas de la Krait no paralizaran su respiración por completo cosa que finalmente ocurrió.

La lamentable muerte de este herpetólogo le llegó en uno de los mejores momentos de su carrera profesional, prácticamente cuando se estaba convirtiendo en una “ estrella “ de la herpetología internacional y con el descubrimiento de algunas especies nuevas a sus espaldas como es el caso de la cobra escupidora birmana Naja mandalayensis.

Sea como fuere, espero que esta lista de trágicos accidentes mortales siga siendo reducida y que Slowinskii sea, al menos durante muchos años, la última víctima que haya que lamentar, también espero que las graves consecuencias de su accidente sirvan a quien las lea para extremar las precauciones cuando se está lejos de un hospital, ya que es allí donde un accidente puede tener peores consecuencias.

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