Afortunadamente
pocos herpetólogos profesionales han fallecido mientras estudiaban a
serpientes potencialmente peligrosas y casi todos estos accidentes
mortales ocurrieron con animales cautivos. Entre estos raros casos
podemos citar el de Grace Olive Wiley ocurrido en 1948 debido a una
mordedura de Naja kaouthia, el de Karl Patterson Schmidt en
1957 a causa de una Boomslang Dispholidus typus, el de Robert
Mertens en 1957 causado por una Thelotornis capensis.
Sin
embargo en la naturaleza ocurrieron solo 2 casos, uno es el del
Frederick A. Shannon quien falleció como consecuencia de una
mordedura de Cascabel del Mohave Crotalus scutellatus en
Arizona durante el año 1965 y el otro caso es el de Kevin Budden en
Queensland ( Australia ) quien falleció a causa de la mordedura del
primer Taipan Oxyuranus scutellatus capturado para usar su
veneno en la elaboración del primer suero antiofídico destinado a
esta especie letal en el año 1950. Indudablemente otros casos, tanto
letales como no, han ocurrido en el caso de otras personalidades
ligadas a la herpetología como es el caso del fallecimiento de Luke
Yeomans en Inglaterra o las recientes mordeduras sufridas (
afortunadamente sin consecuencias graves en ambos casos ) por Richard
Mastenbroek en Holanda y Mark O´shea en Inglaterra ambas causadas,
al igual que el caso de Yeomans, por cobras reales Ophiophagus
hannah.
Casi
cualquier accidente ocurrido con estas especies antes citadas u otras
resulta grave, ya sea en cautividad o en la naturaleza, pero es en
este último medio cuando la frase que pronunció Struan Sutherland
toma verdadero sentido, ya que cuando a este experto en venenos
australiano le preguntaron en una ocasión “ ¿ Es muy grave
recibir una mordedura en plena naturaleza y lejos de un hospital ? a
lo cual Sutherland respondió: “ Tan grave como recibir un
disparo de arma de fuego o sufrir un infarto de miocardio “.
Lamentablemente la certeza de esta frase pudo comprobarse años más
tarde.
Corría
en año 2011 cuando el último gran herpetólogo de esta triste
lista, Joseph Bruno Slowinskii, realizaba una expedición científica
en un remoto punto de Myanmar cuando un día alguien le entregó una
bolsa que contenía una pequeña serpiente para que la identificara,
cosa que Slowinskii hizo de manera errónea, ya que creyó que se
trataba de una especie inofensiva pero lamentablemente y en realidad
se trataba de una pequeña krait multi rallada Bungarus
multicinctus la cual le mordió en un dedo cuando introdujo la
mano en la bolsa para agarrarla.
Debido
a lo remoto del lugar donde la expedición se encontraba y careciendo
de un método de transporte adecuado necesario para ejecutar una
rápida evacuación, Slowinskii murió después de casi 30 horas a
pesar de todos los intentos que se hicieron por mantenerle con vida
practicándole diferentes técnicas de primeros auxilios en un
intento de que las neurotoxinas de la Krait no paralizaran su
respiración por completo cosa que finalmente ocurrió.
La
lamentable muerte de este herpetólogo le llegó en uno de los
mejores momentos de su carrera profesional, prácticamente cuando se
estaba convirtiendo en una “ estrella “ de la herpetología
internacional y con el descubrimiento de algunas especies nuevas a
sus espaldas como es el caso de la cobra escupidora birmana Naja
mandalayensis.
Sea
como fuere, espero que esta lista de trágicos accidentes mortales
siga siendo reducida y que Slowinskii sea, al menos durante muchos
años, la última víctima que haya que lamentar, también espero que
las graves consecuencias de su accidente sirvan a quien las lea para
extremar las precauciones cuando se está lejos de un hospital, ya
que es allí donde un accidente puede tener peores consecuencias.
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